

CARACAS (AP) — Con alegría, música y un espectáculo de fuegos artificiales, fieles católicos celebraron el domingo en los alrededores de la iglesia Nuestra Señora de La Candelaria de la capital venezolana la canonización de los dos primeros santos nacidos en este país sudamericano.
José Gregorio Hernández, un laico que ya era venerado por millones de venezolanos como el “médico de los pobres”, y la madre Carmen Rendiles, educadora y fundadora de la Congregación de las Siervas de Jesús en Venezuela, fueron proclamados santos el domingo por el papa León XIV.
Finalizada la misa de canonización, que vio por televisión en la que fue la casa de Hernández, en el centro de Caracas, el presidente Nicolás Maduro expresó su alegría y agradeció al papa Francisco por jugar un papel clave en ascenso de los dos venezolanos a los altares.
“Realmente es un día muy emocionante y es un día de júbilo espiritual para toda Venezuela” y “más allá de nuestra frontera” donde crece la devoción por el médico, aseveró.
“Hoy hemos elevado una oración por el espíritu eterno de quien va a ser santo, también el papa Francisco, que le dio este regalo tan hermoso a Venezuela”, resaltó el mandatario.
El papa Francisco, fallecido el 21 de abril, aprobó la canonización de Hernández el 25 de febrero pasado; mientras que 31 días después, convaleciente, el pontífice autorizó al Dicasterio para las Causas de los Santos a promulgar el decreto en el que se comprobaba “un segundo milagro de Dios” por intercesión de la beata Carmen, que era el último paso para alcanzar la consideración de santa.
Los fieles, que se mantuvieron en vigilia desde la noche del sábado, siguieron en vivo la transmisión televisiva de la misa de canonización desde el Vaticano a través una pantalla gigante instalada en una plaza, donde fue erigida una escultura de una estatua de ocho metros de san José Gregorio, frente a la iglesia construida en 1708.
“Estoy feliz", dijo a la AP Ana Sanabria, una ama de casa de 71 años.
“Es una buena nueva después de tantas tristezas”, indicó Sanabria, quien miraba con entusiasmo los fuegos artificiales con los que los capitalinos dieron la bienvenida al tan esperado 19 de octubre. Las celebraciones se extienden por todo el país y en especial el templo de La Candelaria, a donde en la década de 1970 fueron trasladados los restos de Hernández.
La canonización de sus primeros santos es un bálsamo en Venezuela, un país dividido por la política y agobiado por una larga crisis económica, signada por salarios bajos y una alta inflación, que empujó a más de 7,7 millones de venezolanos a migrar desde 2013, según cifras de la ONU, cuando la economía de su país, dependiente del petróleo, se desmoronó.
La mayoría de los venezolanos viven con un promedio de 300 dólares mensuales, pero varios millones reciben el salario mínimo, situado en 130 bolívares e inamovible desde marzo de 2022 —unos 64 centavos de dólar— el cual se complementa con un bono alimentario de 40 dólares. Muchos venezolanos tienen dos o más empleos para mejorar sus ingresos.
A esas preocupaciones se sumaron en agosto, las tensiones entre los gobiernos de Caracas y Washington tras el despliegue de buques de guerra estadounidenses en las aguas del Caribe frente a Venezuela que el gobierno del presidente Donald Trump sostiene busca combatir las amenazas de los cárteles de drogas latinoamericanos. Maduro sostiene que Trump podría ordenar una acción militar para intentar derrocarlo.
Muchos venezolanos destacan la vocación de servicio de los nuevos santos.
“Es una bendición muy grande de Dios que nos lleve a los altares a dos venezolanos”, que dedicaron su existencia a servir al prójimo, acotó María Inés Gómez, una artista de 58 años. La madre Carmen “con la parte educativa en el país” y “el doctor José Gregorio en su colaboración en todo momento con la salud de los más necesitados”.
Rendiles, nacida el 11 de agosto de 1903 y fallecida el 9 de mayo de 1977, se inició en el noviciado a los 24 años. Quiso ser maestra, pero ese sueño se vio frustrado tras ser estigmatizada por haber nacido sin su brazo izquierdo.
Aunque menos conocida que Hernández, su proceso para la canonización inició el 9 de marzo de 1995. En junio de 2018 el papa Francisco declaró a la madre Carmen tercera beata de Venezuela tras curar milagrosamente tres años antes a una joven diagnosticada con un tipo de hidrocefalia, una afección en la que el líquido cefalorraquídeo se acumula en el cerebro.
El papa Francisco aprobó la canonización del beato doctor José Gregorio, al reconocer su “vida de santidad, acompañada de una devoción universal, que hoy le permite ser elevado al altar”, indicó la Iglesia católica venezolana. Las otras tres beatas, incluida Rendiles, son mujeres que formaban parte de órdenes religiosas.
Entre los más de 10.000 santos reconocidos por la Iglesia católica figuran menos de un centenar de laicos.
El ascenso a los altares de Hernández, nacido el 26 de octubre de 1864, estuvo lleno de obstáculos, pero en el corazón de los venezolanos ya era un “santo”. En 1986 el Vaticano lo había declarado “venerable”, lo que significa que llevó una vida cristiana ejemplar.
El proceso contó con el apoyo de la Iglesia católica venezolana desde 1949, tres décadas después de su muerte. El hombre fue un prestigioso científico y profesor universitario que se distinguió por sus obras en favor de la comunidad. Fundó dos instituciones de investigación y varias cátedras de Medicina en la Universidad Central de Venezuela, la más antigua y grande del país.
El 29 de junio de 1919 falleció a los 54 años tras ser atropellado cuando cruzaba una calle después de retirar unos medicamentos en una farmacia para llevarlos a una anciana pobre. Se estima que unas 20.000 personas participaron en su procesión fúnebre, cerca de una cuarta parte de la entonces población de Caracas.
Desde entonces la veneración por él ha crecido sostenidamente, incluso fuera de las fronteras de Venezuela. Su culto se ha extendido a España, Portugal, Italia, Colombia y otras naciones a las que llegó por intermedio de inmigrantes que vivieron en Venezuela.