“¿Podrías crear un nuevo personaje infantil?”. Era 1968 y el dibujante y arquitecto Eduardo Armstrong tuvo la ocurrencia de dar vida a una revista dirigida a los menores de la casa. Se trataba de un nicho que había quedado vacío tras el fin de la clásica revista El Peneca, en 1960, que había acompañado a generaciones de pequeños desde inicios del siglo XX. Armstrong encomendó la tarea a un joven dibujante de 23 años que ya tenía experiencia en el rubro, pero sobre todo, muchas ganas. Se trataba de Oskar, o más bien, Óscar Vega.
Él fue quien le dio vida a un niño pelirrojo quien, tras salvar a un alienígena que cayó en la tierra y posteriormente ayudarlo a salvar a su planeta natal, obtiene como recompensa un cinturón mágico que le permite viajar por el tiempo y el espacio. Había nacido Ma