En un pequeño taller ubicado en su casa en la capital palentina, Carmen Valencia empuña un pincel con la misma pasión que un pintor frente a su lienzo. Pero ese lienzo no son telas enmarcadas: son alpargatas, esas humildes zapatillas de esparto que, bajo sus manos expertas, se convierten en piezas exclusivas de arte. Con once años de trayectoria, esta artesana ha elevado lo cotidiano a lo extraordinario, fusionando pintura, costura y creatividad en complementos que adornan bodas, comuniones y hasta escapadas navideñas. "Con trabajo y esfuerzo todo es posible", dice a Ical, citando el legado de su madre, su gran inspiración.
La localidad palentina de Ampudia, con sus calles empedradas y su plaza mayor llena de vida, no es solo el lugar de origen de Carmen; es el suelo fértil donde germin