Poco después de cumplir la mayoría de edad, Sandra Carrera empezó a encontrarse muy cansada. "Me pasaba el día estudiando para volver a hacer selectividad e intentar entrar en Psicología, que era mi sueño, entonces achacaba a eso el cansancio, hasta que un día mi madre me dijo que fuese a la farmacia a mirarme la tensión", relata, explicando que, de camino, "tuve que ir sentándome en todos los bancos que había porque me temblaban las piernas".
"Mi madre me dijo, entonces, que nos teníamos que ir a urgencias. Al llegar vieron que tenía anemia, me empezaron a transfundir sangre y directamente me pasaron a la planta de hematología sin decirme nada. Más tarde, ya me hablaron de que tenía unas células cancerígenas, pero sin pronunciar aún la palabra leucemia " detalla la joven. Ahí empezó u