El papa León XIV proclamó santos a José Gregorio Hernández y Madre Carmen Rendiles en El Vaticano y, de inmediato, tanto en Isnotú, su tierra natal, como en la Plaza La Candelaria, donde descansan sus restos, sus imágenes recibieron la aureola que les permite a los feligreses rendirles devoción pública.

Con información de Unión Radio

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