Los argentinos tienen bien en claro que la debacle económica y el estado ruinoso del país son de larga data, porque en esa situación se ha vivido por tiempos casi inmemoriales. En los últimos cincuenta años, por tomar caprichosamente el último medio siglo, sólo se recuerdan dos o tres momentos de bonanza: apenas unos pocos chispazos de bienestar que rápidamente se diluyeron.
En todo ese tiempo, el país repitió el mismo molde, la misma receta, para escapar o intentar dominar las crisis, fracasando sistemáticamente. El modelo seguido, casi invariable en su estructura, apenas se diferenció por matices según las fuerzas políticas que ocuparon el poder. Hasta la irrupción de Javier Milei , se creyó que existía un abismo entre lo que propusieron y aplicaron los gobiernos de origen no peronist