Hace 20 años, la vida de la marabina Marlene Mestre cambió para siempre cuando le informaron que padecía cáncer rectal y debía someterse a una cirugía. Antes de entrar al quirófano, hizo una petición muy especial: le imploró al doctor José Gregorio Hernández que guiara las manos de los médicos y le dejara una señal de su presencia.
Al día siguiente, cuando una enfermera se acercó para ayudarla a bañarse, notó algo en su pecho. Era una estampita del “siervo de Dios”, adherida a su piel con un adhesivo, como si alguien la hubiera colocado con cuidado. “Me puse a llorar y a darle gracias”, recordó.
Cinco días después, cuando parecía que la recuperación avanzaba, su cuerpo volvió a fallar. Mientras se cepillaba los dientes, las piernas no la sostuvieron y cayó al suelo. “Me llevaron cargada