En la vida diaria de la clase media persiste una tensión. En algunos sectores, los ingresos acompañan la inflación, pero la pérdida de poder adquisitivo acumulada durante décadas sigue pesando . Aunque la inflación anual ronda el 30% y ya no representa la estampida reciente, los salarios no logran recomponer lo perdido. El resultado es un escenario ambiguo: hay cierta imprevisibilidad, y el alivio real en los bolsillos sigue ausente .

Ante este panorama, muchas familias enfrentan un desajuste estructural entre ingresos y egresos mensuales. Para cubrir esa diferencia, las opciones más habituales son solicitar un préstamo personal o financiarse con tarjeta de crédito. Ambas alternativas permiten estirar los números a corto plazo, pero en el mediano y largo plazo pueden terminar en una

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