El 29 de junio de 1919, Caracas apenas conocía los automóviles. Había uno, quizá dos, recorriendo sus calles polvorientas. Ese día, uno de ellos atropelló a un hombre de 54 años que caminaba con un pequeño paquete de medicinas. Las había comprado para una paciente que no podía pagarlas. Se llamaba José Gregorio Hernández, y su muerte, producto del golpe en la cabeza al caer contra el andén, marcó el inicio de una devoción que más de un siglo después lo llevó a ser reconocido como santo por la Iglesia católica.

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Este 25 de febrero de 2025, el papa León XIV oficializó su canonización desde el Hospital Policlínico Gemelli de Roma, cerrando un proceso de más de siete década

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