Se trata de cierta habilidad que, en principio, fue “un pesar”. Hablamos de esa “híper extra sensibilidad” que hasta convertirse en el canal del altruismo con y desde el cual hoy elige vivir, ha sido una cornisa sinuosa sobre la que transitó vínculos trascendentales a lo largo de su historia. Uno: con sus padres, en el marco de una “infancia infeliz”. Dos: con el éxito y –enfrentado en ring– con la popularidad. Tres (el de la reivindicación): “Conmigo mismo”, de trayecto en un camino espiritual (“eterno, como debe ser”) en el que, “ya más liviano”, aprendió “que es mejor andar sin rumbo, pero con sentido. Porque así nos equivocamos menos”. Estas son algunas de las lecciones, máximas y reflexiones de Julián Esteban Weich (58) , a esta altura de la soirée y a cuarenta años de su debut te
Julián Weich cuenta cómo cambió su vida: “Un día reuní a mis hijos para pedirles perdón”

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