No es la primera vez –ni por desgracia será la última– que analizamos en estas líneas el despropósito absoluto que ha supuesto la gestión del proyecto de integración de la línea de Feve en su acceso al centro de la ciudad de León durante los últimos catorce años y con los dos grandes partidos al frente del Gobierno de España. No fueron los de ahora los que recortaron y desguazaron el proyecto, es cierto, pero sí los que se comprometieron una y otra vez a concluir la parte que sobrevivió. Hasta tal punto fue así que proclamaban a los cuatro vientos que ya se habían comprado los trenes-tranvía y que la normativa recibiría el visto bueno definitivo en cuanto finalizase su fabricación. Todo acabó siendo un embuste que dio paso a la recuperación de alternativas perennes, como el corredor verde
La integración de Feve, un despropósito sin fin

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