Existen sonidos tan familiares diariamente que ya ni los registramos conscientemente, aunque el cuerpo sí lo hace. La ciencia lleva años alertando de los efectos del ruido ambiental sobre la salud mental, y no se trata solo del tráfico o la música alta. Las pequeñas interferencias acústicas del día a día actúan como un goteo constante de estrés sobre el sistema nervioso.

Según indican los psicólogos, vivimos inmersos en una contaminación sonora doméstica que puede afectar al sueño, la concentración y el estado de ánimo . Nuestro cerebro, siempre en modo alerta, dedica recursos a filtrar esos ruidos, generando una sensación de agotamiento y ansiedad difícil de identificar.

El murmullo perpetuo de un electrodoméstico o el ventilador del techo son ejemplos clásicos de ruidos de baja fre

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