Bolivia, que concentra más de una quinta parte del litio de la Tierra, alcanza menos del 1% de la producción mundial de este cotizado mineral, con lo que está fuera de los 10 primeros productores. Los enormes salares donde brilla el sol del altiplano hoy son más un espejismo que una realidad para la alicaída economía boliviana, tan necesitada de recursos, y los contratos de inversión para impulsar la industria están paralizados a puertas de un cambio de Gobierno.

Van 17 años de promesas incumplidas y proyectos estatales que quedaron muy por debajo de las expectativas desde que el expresidente Evo Morales, quien llegó a decir que Bolivia exportaría desde baterías hasta automóviles eléctricos, impulsó la nacionalización del sector. Una planta de carbonato de litio en el salar de Uyuni inaug

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