Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.

Colombia atraviesa una crisis de gobernanza que no se resuelve con decretos ni discursos. La violencia política se recicla, la justicia se diluye y la educación —el verdadero motor del cambio— sigue anclada en el pasado. Gobernar bien exige educar mejor. El país vuelve a estremecerse por la repotenciación de la violencia política discursiva que polariza. No es nuevo: es el eco de una historia que se repite, sostenida por la vieja consigna del “todo vale por el poder”, donde el fin justifica los medios y la ética pública se convierte en accesorio. Pero gobernar no es mandar. Gobernar implica dialogar, rendir cuentas y construir legitimidad, dos virtudes ausentes en la retórica del activismo polít

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