Estefanía tenía 37 años cuando llegó al consultorio de Fernanda Guzzanti, médica reumatóloga. Había superado un cáncer de mama y, con la densitometría en la mano, buscaba respuestas porque sus huesos estaban débiles. Pedía herramientas para empezar a recuperarse de adentro hacia afuera, desde su sostén. En esa búsqueda se parece a muchas otras mujeres que, tras la tormenta del diagnóstico y los tratamientos, empiezan a mirar el cuerpo desde otro lugar: no solo como un campo de batalla, sino como un territorio que puede volver a fortalecerse.

Cada 19 de octubre, cuando se recuerda el Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer de Mama , la atención pública se centra en la detección temprana y la prevención. Pero hay una parte menos visible de la recuperación: el impacto del cán

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