En Colima, una madre buscadora vive bajo otra identidad. A veces se hace pasar por enfermera, maestra o comerciante. No lo hace para sobrevivir, sino para buscar a su hija desaparecida hace seis años. Su rostro se mantiene oculto, pero su voz refleja todo: dolor, coraje e impotencia.

“Hasta eso me robaron, el miedo”, dice con la mirada firme. “Lo que uno tiene es coraje, impotencia y dolor. Porque sé que hay personas que saben y no me lo dicen.”Desde entonces, se ha internado en zonas dominadas por grupos criminales, arriesgando su vida para obtener información, recorrer terrenos y excavar con sus propias manos. Aunque no ha encontrado a su hija, ha descubierto decenas de fosas clandestinas .

Colima, el segundo estado con más fosas clandestinas

El horror que ella enfrenta no es aislado.

See Full Page