El 21 de octubre de 1879, Thomas A. Edison logró encender una bombilla eléctrica que permaneció iluminada durante más de trece horas. Aquel objeto de vidrio sellado, con su filamento de carbono incandescente, no fue solo un avance técnico: marcó el inicio de una transformación profunda en la vida humana y en las estructuras sociales y económicas de su tiempo; una verdadera revolución en la forma de vivir.
Edison no solo creó una bombilla, sino también un sistema completo de generación y distribución eléctrica. Es decir, la bombilla fue la punta de lanza de una infraestructura nueva. La luz en hogares y escuelas permitió leer, estudiar y trabajar de noche, lo que facilitó el acceso a la educación y al desarrollo personal, especialmente en sectores que antes lo tenían restringido.
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