La elección del tono es, quizá, la pieza clave de todo el puzle. Escoger un color para vestir una estancia de arriba abajo es una decisión que no puede tomarse a la ligera, y uno de los errores más frecuentes es olvidar cómo la luz transforma la percepción de ese color con el paso de las horas. Por ello, antes de lanzarse a pintar, es fundamental probar muestras en la propia pared y observarlas en distintos momentos del día para evitar sorpresas desagradables.
De hecho, el éxito de esta apuesta cromática depende en gran medida de la paleta seleccionada. Los colores intensos, como el verde musgo o el azul petróleo, son ideales para acentuar el recogimiento y la sofisticación. Por otro lado, los tonos más suaves, como el arena o los grises cálidos, también funcionan de maravilla, pero e