A veces los grandes proyectos no nacen de una idea de negocio, sino de una necesidad íntima. Eso fue lo que le pasó a Lucas Ghione, de 29 años, que convirtió su frustración cotidiana de no poder viajar con su perra, en un servicio de transporte personalizado que hoy cubre rutas de todo el país y países limítrofes. Sin grandes recursos, sin inversores, sin campañas. Solo con constancia, afecto y una forma de entender el trabajo que pone a las personas, y sus mascotas, en el centro .
“Hoy la mejor carta de presentación son las redes sociales”, dice Lucas. Su emprendimiento, que nació casi por casualidad , se sostiene en la confianza y en los comentarios de los pasajeros. No hay oficinas ni publicidades, sino reseñas en Facebook, Google y Mercado Libre que funcionan como vidrieras: “So