La semana pasada decidí perseguir los últimos coletazos de verano en Europa. Para ello había que ir hacia el Mediterráneo. La manera de buscar fue sencilla: vuelos baratos desde aeropuertos cercanos + hospedajes económicos. La isla griega de Corfú llenó las papeletas.
Ahora me doy cuenta de que invoqué un baño de turismo de masas.
En papel suena fantástico, así que aún en octubre el trasiego de aviones en su pequeño aeropuerto era constante. La ciudad de Corfú tiene unos cuarenta mil habitantes, y la isla en su totalidad unos cien mil, pero recibe cuatro millones de turistas al año, ansiosos por comprar souvenirs indistinguibles de los que se venden en otras ciudades, y que probablemente fueron hechos en China.
La ciudad de Corfú estaba tan desbordada de turistas, que incluso Bad Bunny