El presidente de EEUU deja en suspenso una reunión con el presidente ruso anunciada en Budapest después de una conversación entre su secretario de Estado, Marco Rubio, y el ministro de Exteriores ruso, Sergéi Lavrov, en la que se evidenciaron las diferencias en torno a la inminencia de un alto el fuego

La cumbre entre Trump y Putin en Budapest queda en suspenso tras la conversación entre Rubio y Lavrov

Parece mentira, pero estas dos frases son de la misma persona con apenas unas semanas de diferencia.

El 23 de septiembre, Donald Trump dijo: “Ucrania, con el apoyo de la UE, está en condiciones de luchar y recuperar todo el país en su forma original. [...] Las fronteras originales desde donde comenzó esta guerra son una opción viable. ¿Por qué no? Ucrania podría recuperar su país en su forma original y, quién sabe, ¡quizás incluso ir más allá!”

Menos de un mes después, este lunes, el presidente de EEUU afirmaba: “Aún podrían ganar. No creo que lo hagan, pero aún podrían. Nunca dije que ganarían. Dije que podrían ganar, cualquier cosa puede pasar. Ya sabes, la guerra es algo muy extraño. Suceden muchas cosas malas y suceden muchas cosas buenas”.

¿Y qué ocurrió entre una declaración y otra? Una conversación entre el presidente de EEUU y el presidente ruso, Vladímir Putin, el jueves pasado, el día antes de la visita del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, a la Casa Blanca.

Pero no es el único cambio radical de criterio. En las últimas semanas, Trump se había mostrado dispuesto a entregar Tomahawks, misiles de largo alcance, a Kiev.

El lunes pasado, afirmó: “Quizás tenga que hablar con Rusia ¿Quieres que os ataquen Tomahawks? No lo creo. Creo que podría hablar con Rusia sobre eso. Se lo comenté al presidente Zelenski. Porque los Tomahawks son un nuevo paso en la ofensiva. Si esta guerra no se resuelve, podría enviar Tomahawks. Un Tomahawk es un arma increíble. Y Rusia no lo necesita. Si la guerra no se resuelve, podríamos hacerlo. Quizás no. Pero podríamos hacerlo”.

Y cinco días después se los negó a Zelenski en la Casa Blanca en una reunión que, según ha informado Financial Times, fue mucho más tensa que lo que los dos han informado en público después.

Según ha publicado Financial Times este domingo, durante la reunión del viernes pasado Trump asumió textualmente muchos de los argumentos de Putin, incluso cuando contradecían sus propias declaraciones recientes sobre las debilidades de Rusia y las capacidades ucranianas para recuperar territorio. Así, el periódico británico publicaba que Trump le dijo a Zelenski que Putin le había dicho que el conflicto era una “operación especial, ni siquiera una guerra” –que es el eufemismo que usa el Kremlin desde el primer día–, y que el líder ucraniano necesitaba llegar a un acuerdo porque estaba perdiendo la guerra: “Si [Putin] quiere, te destruirá”.

Trump también afirmó que la economía rusa “va muy bien”, en contraste con sus recientes declaraciones públicas, en las que instó a Putin a negociar porque su “economía va a colapsar”.

Putin presentó una nueva oferta a Trump en la conversación del jueves pasado, según la cual Ucrania entregaría las partes de la región oriental del Donbás bajo su control a cambio de pequeñas áreas de las dos regiones del frente meridional, Jersón y Zaporiyia. La propuesta supone una pequeña concesión con respecto a la última reunión de Putin con Trump en Alaska en agosto, donde afirmó que aceptaría congelar la línea de contacto en otras zonas del frente si Ucrania rendía el Donbás.

La reunión de agosto tampoco acabó bien. Putin rechazó la petición de Trump de un alto el fuego inmediato y el presidente de EEUU dio otro volantazo para explorar la posibilidad de intensificar el apoyo a Kiev, incluyendo el suministro de misiles Tomahawk, algo que no ha terminado de ocurrir.

Más allá de la política errática que transmite Trump con respecto a la invasión rusa de Ucrania, desde el principio, desde aquella bronca pública a Zelenski en el Despacho Oval en febrero, hay dos ejes más o menos inalterable: que la ayuda a Kiev se la quiere cobrar por adelantado y en diferido con la reconstrucción; y que se produzca un alto el fuego que respete el statu quo actual, lo cual implicaría que buena parte del Donbás permanecería bajo dominio ruso –junto con Crimea, ocupada desde 2014.

“Deberían parar con las líneas de batalla donde están”, dijo este domingo por la noche Trump en el avión presidencial que le llevaba de vuelta a Washington DC desde Florida, donde ha pasado el fin de semana jugando al golf: “Tienen una línea de batalla ahora mismo, el resto es muy difícil de negociar, si van a decir 'vosotros tomáis esto, nosotros tomamos aquello', hay muchas posibilidades. Así que lo que digo es que deberían detenerse ahora mismo en las líneas de batalla, irse a casa, dejar de matar gente y acabar con esto”.

Y añadió: “Creo que el 78% del territorio [del Donbás] ya está ocupado por Rusia. Déjenlo como está ahora mismo. Pueden negociar algo más adelante. Les dije: 'Detengan la guerra, vayan a casa, dejen de luchar y de matar gente'”.

Cumbre suspendida

El jueves pasado, después de la conversación telefónica con Putin, Trump se apresuró a anunciar una próxima reunión con el presidente ruso en Budapest (Hungría), la capital del país más amigo de Moscú dentro de la UE, cuyo primer ministro, Viktor Orbán, es un ferviente admirador de ambos presidentes de EEUU y Rusia. Tan es así, que Orbán tuiteó inmediatamente entusiasmado con la idea de albergar la reunión.

Y hasta hace escasas horas se daba por descontada esa reunión.

Pero llegó una conversación entre el secretario de Estado de EEUU, Marco Rubio, y el ministro de Exteriores ruso, Sergéi Lavrov, y la cita se daba por suspendida.

“El secretario Rubio y el canciller Lavrov han mantenido una conversación productiva. Por lo tanto, no es necesaria una reunión presencial adicional entre el secretario y el canciller, y no hay planes para que el presidente Trump se reúna con el presidente Putin en el futuro inmediato”. Así comunicó la Casa Blanca la suspensión de la reunión anunciada.

El mensaje de la Casa Blanca llegó después de una rueda de prensa del ministro de Exteriores ruso en la que dijo: “Lo importante no es el lugar ni los plazos [de la cumbre], sino cómo vamos a avanzar en lo que fue acordado y sobre lo que se alcanzó un amplio entendimiento en Anchorage (Alaska), en la cumbre de mediados de agosto”. Y añadió Lavrov: “Ahora oímos desde Washington que debemos pararnos de inmediato y que no debemos discutir nada más. Detenernos y que la historia juzgue. Si simplemente nos detenemos, eso significará olvidarnos de las causas originales del conflicto”.

Según Lavrov, un alto el fuego supondría una “contradicción” con lo pactado, y dijo que Putin y Trump acordaron en Alaska “centrarse en las causas originales y en la necesidad de renunciar a atraer a Ucrania a la OTAN y, dentro de lo posible, garantizar plenamente los derechos legítimos de la población rusa y rusoparlante”.

“El cese del fuego ahora significará sólo una cosa: una gran parte de Ucrania seguirá bajo el régimen nazi de Kiev. Esa parte de Ucrania será el único lugar en la Tierra en el que estará prohibido por ley todo un idioma, sin hablar de que se trata de una lengua oficial de la ONU y un idioma que habla la mayoría de la población”, insistió.