Sanae Takaichi hizo historia este 21 de octubre al ser elegida por la cámara baja del Parlamento como la primera mujer en dirigir el gobierno de Japón. Pero este hito histórico no es una celebración de progresismo; es una maniobra de alto riesgo. Takaichi, una conservadora radical, heredera ideológica de Shinzo Abe y admiradora declarada de Margaret Thatcher, asume el poder en el momento más precario para su partido y para el país en décadas.

Hereda un partido gobernante fracturado, una economía estancada al borde del precipicio y un tablero geopolítico regional en alerta. La pregunta en Tokio no es si su gobierno será transformador, sino si logrará sobrevivir al invierno.

El ascenso de Takaichi no fue una elección por aclamación, sino un cálculo político nacido de la desesperación. El P

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