
La menstruación es un proceso fisiológico fundamental que experimenta aproximadamente la mitad de la población mundial y la Organización Mundial para la Salud (OMS) reconoce la salud menstrual como un derecho humano fundamental. En este sentido, los productos menstruales resultan esenciales para garantizar la higiene, reducir el riesgo de infecciones y facilitar la participación plena de las personas que menstrúan en la educación y el trabajo, contribuyendo así a la igualdad de género.
Los artículos actuales son más seguros en comparación con décadas pasadas, cuando algunos causaban problemas de salud muy graves. En los años 80, se descubrieron más de 800 casos de síndrome de shock tóxico (20 de ellos acabaron en fallecimientos), asociados al uso de algunos tampones superabsorbentes que facilitaban graves infecciones bacterianas. Este fenómeno generó una gran alarma pública y llevó a cambios en la composición y regulaciones más estrictas.
Actualmente, existen muchos tipos de productos menstruales en el mercado, tanto de un solo uso (compresas, tampones y salvaslips) como reutilizables (bragas menstruales, compresas reutilizables y bragas menstruales).
Los artículos más ampliamente utilizados en España son los desechables (un 61 % de las personas que menstrúan utilizan compresas, un 50 % salvaslips, un 43 % tampones, un 48 % copa menstrual, un 15 % compresas de tela y un 9 % bragas menstruales) y a lo largo de su vida, un individuo puede utilizar más de 10 000. Ante este dato y el resultante impacto ambiental, muchas personas, sobre todo las más jóvenes, están optando por alternativas reutilizables.
Compuestos químicos tóxicos en productos menstruales
Cuando se habla de la seguridad y el impacto ambiental de estos productos, un tema que aún no se discute lo suficiente es la presencia de compuestos químicos tóxicos en ellos. Algunos estudios recientes han detectado, por ejemplo, compuestos perfluorados (PFAS), dioxinas, pesticidas y ftalatos.
En nuestro estudio, publicado recientemente en Environmental Science and Technology, hemos analizado tres familias de plastificantes de preocupación para la salud humana, ftalatos, ésteres organofosforados y plastificantes alternativos, en productos menstruales del mercado estatal de España.
Hemos detectado estas tres clases de compuestos tanto en artículos de un solo uso (compresas, salvaslips y tampones) como en aquellos reutilizables (bragas menstruales, compresas de tela y copas menstruales).
Hay que destacar que todos los productos analizados tenían niveles detectables de algunos de estos compuestos, demostrando que este es un problema general y no de una marca en concreto.
Los niveles más altos de ftalatos y ésteres organofosforados se han encontrado en bragas menstruales y compresas de tela (niveles de hasta 1 152 µg/producto de ftalatos y hasta 96,5 µg/producto de ésteres organofosforados), ya que algunas de estas sustancias se utilizan ampliamente en la fabricación de fibras sintéticas y para lograr la impermeabilidad de los textiles.
En cambio, los niveles más altos de plastificantes alternativos se han encontrado en compresas y salvaslips (niveles de hasta 60,7 µg/producto), que suelen tener una o más capas hechas de material plástico que necesita de estos aditivos para ser flexible.
Leer más: La contaminación química del plástico, una amenaza silenciosa
Impacto ambiental
Además, analizamos los envoltorios de los productos de un solo uso, en los que también detectamos varios plastificantes. Estos compuestos químicos se pueden liberar al medio ambiente durante el lavado de los productos reutilizables o al desechar los de un solo uso.
Según nuestros resultados, las compresas, los salvaslips y los tampones son los artículos con mayor impacto ambiental, en parte debido a los altos niveles encontrados en sus envoltorios (niveles totales de plastificantes de hasta 90,7 µg/producto), pero también debido a la presencia de estos plastificantes en los propios productos.
Este mayor impacto también se debe al hecho de que una persona puede llegar a emplear más de 300 de estos productos desechables en un año, mientras que cada producto reutilizable se puede usar muchas veces y puede durar hasta 5-10 años. La copa menstrual, en cambio, ha presentado el menor impacto ambiental.
La liberación de plastificantes preocupa, ya que contaminan los ecosistemas terrestres y acuáticos. Una vez en el medio, estos plastificantes pueden acumularse en los seres vivos y provocarles efectos nocivos. Asimismo, esta contaminación también acaba afectando a los seres humanos, por ejemplo, cuando ingerimos alimentos contaminados, como el pescado.
Leer más: Los aditivos tóxicos del plástico que ingerimos a través de los alimentos
Efectos en la salud humana
La presencia de plastificantes en productos menstruales no solo plantea un problema ambiental, sino que también puede afectar a nuestra salud. Muchos estudios han demostrado que la exposición diaria y continuada a pequeñas dosis de algunos ftalatos y algunos ésteres organofosforados puede tener efectos dañinos sobre la salud humana, como disrupción endocrina (disfunciones hormonales), alteraciones en el sistema inmunitario y cáncer. Para los plastificantes alternativos la información es más limitada, ya que su uso masivo es reciente, pero los primeros estudios están evidenciando que también podrían tener propiedades tóxicas.
Los productos menstruales se utilizan en contacto directo con la piel y la piel de la vulva y la vagina tiene una capacidad de absorber pequeñas moléculas, como los plastificantes, más alta que en otras zonas de nuestro cuerpo.
Si consideramos el peor caso posible, o sea que todo el contenido de plastificantes en los productos menstruales se absorbiese a través de la piel, algunos productos podrían ser una fuente significativa de exposición a plastificantes. Al comparar nuestras estimaciones de exposición (asumiendo el peor caso posible y que los niveles de aditivos plásticos en los productos reutilizables no bajen con el lavado) con valores de referencia seguros establecidos por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, hemos encontrado que el uso de tres de las 10 compresas analizadas, tres de los ocho salvaslips analizados y dos de las cuatro compresas de tela analizadas, podría suponer un riesgo para la salud humana.
La exposición por contacto dérmico
Es importante remarcar que este resultado de evaluación del riesgo no es definitivo. Nuestra estimación del riesgo está basada en el caso más extremo posible, que probablemente sea muy diferente del caso real. Estudios preliminares apuntan a que la cantidad de plastificantes presentes en un material que finalmente pasa por contacto dérmico a nuestra piel puede variar entre 6 y 97 % dependiendo del plastificante y del material.
Pero nuestro trabajo pone en evidencia una falta de información importante: todavía no existen estudios sobre cómo se absorben estos compuestos a través de la piel de la vulva y de la vagina. Avanzar en este conocimiento es clave para poder evaluar de manera fiable los riesgos asociados al uso de productos menstruales y garantizar su seguridad.
Todavía sabemos muy poco sobre la composición química de los productos menstruales, a pesar de que forman parte de la vida cotidiana de millones de personas. La falta de investigación en este ámbito se suma a la ausencia de una regulación específica que limite el uso de sustancias tóxicas en ellos y la falta de una obligación legal de informar de la presencia de todos los compuestos químicos en las etiquetas de los artículos que se comercializan. Si además tenemos en cuenta que muchas personas eligen sus productos menstruales en base a su huella ambiental, conocer mejor su composición química es clave para tomar decisiones informadas.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation, un sitio de noticias sin fines de lucro dedicado a compartir ideas de expertos académicos.
Lee mas:
- ¿Podemos atajar el problema de la contaminación por plásticos sin prescindir totalmente de ellos?
- Anteproyecto de Ley del tabaco en España: medidas interesantes, pero con espacio de mejora
- Más allá del glifosato: radiografía de los pesticidas presentes en los cultivos europeos
Lara Cioni recibe fondos de la Union Europea (Marie Skłodowska-Curie Postdoctoral Fellowship - grant agreement: 101198272)
Ethel Eljarrat no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.