En el Salón de la Fama de los Grandes Golfos de la Historia de España hay un lugar destacado para el duque de Lerma.
El padre de los especuladores inmobiliarios y de todos los que, a lo largo de los siglos, susurraron al gobernante para sacar tajada.
Hoy se lo perdonamos porque nos dejó en herencia el imponente palacio ducal del municipio burgalés, que fue diseñado con toda una serie de pasadizos para que el duque, narcisista y megalómano, pudiera entrar y salir sin pisar la calle.
A Pedro Sánchez todavía no se le ha ocurrido trazar pasajes voladizos que salgan de Moncloa a otros puntos de Madrid con tal de evitar al vulgo, pero podría haber encontrado un método alternativo.
Dos fiscales con nombre de delanteros argentinos, Grinda y Stampa, han denunciado que Sánchez no necesita pasadi