WASHINGTON (AP) — La totalidad del Ala Este de la Casa Blanca ha sido demolida para que el presidente Donald Trump construya un salón de baile, según fotos tomadas el jueves por The Associated Press.
El Ala Este, donde las primeras damas hicieron historia, planificaron cenas de Estado y promovieron causas, ahora es historia en sí misma. La estructura de dos pisos de salones y oficinas, incluido el espacio de trabajo para las primeras damas y sus equipos, ha sido reducida a escombros, demolida para construir un salón de baile casi del doble del tamaño de la Casa Blanca a un costo actualizado de 300 millones de dólares.
Trump señaló el miércoles que mantener el Ala Este como estaba habría “afectado un edificio muy, muy caro y hermoso”, refiriéndose al salón de baile que, según él, los presidentes han deseado desde hace años. Dijo que él "y algunos amigos míos" pagarán el nuevo salón, sin que les cueste a los contribuyentes.
El salón de baile propuesto fue anunciado en julio con un costo de 200 millones de dólares, precio que Trump actualizó públicamente a 250 millones de dólares la semana pasada. El jueves situó el precio “en alrededor” de 300 millones.
La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, indicó que el incremento en el costo de la demolición y la construcción se debe a cambios que ocurren con cualquier construcción.
“Los planes cambiaron cuando el presidente escuchó el consejo de los arquitectos y las empresas de construcción, los cuales dijeron que, para que esta Ala Este sea moderna y hermosa por muchos, muchos años, para que sea una estructura verdaderamente fuerte y estable, era necesaria esta fase uno en la que estamos, y el presidente quiere hacer lo correcto por la 'Casa del Pueblo'", declaró Leavitt en su rueda de prensa el jueves.
Trump indicó posteriormente que se habían recaudado unos 350 millones de dólares para el proyecto, pero no dio detalles específicos sobre el monto de su contribución personal.
“No podré decirles hasta que termine”, les dijo a los periodistas, “pero donaré lo que sea necesario”.
La Casa Blanca ha estado rechazando las críticas al plan del salón de baile y la demolición del Ala Este, haciendo referencia a la historia de adiciones a la mansión ejecutiva durante sus más de 200 años de existencia. Los asesores de Trump argumentan que el plan del presidente continúa con esa historia, aunque el salón de baile propuesto sería la mayor de todas las modificaciones que se le han hecho a la residencia presidencial.
Trump arremetió el miércoles contra un periodista que le preguntó sobre las críticas de que no ha sido transparente sobre lo que está haciendo a una de las construcciones más famosas del mundo.
“Se lo he mostrado a todos los que querían escuchar”, declaró en el Despacho Oval, refiriéndose a copias de representaciones del salón de baile que él sostenía.
Leavitt indicó que se le seguirá informando al público de los cambios, pero alentó a todos a “simplemente confiar en el proceso”. Dijo que se construiría un Ala Este más moderna junto con el salón de baile.
Trump permitió que la demolición del Ala Este comenzara el lunes sin previo aviso, y a pesar de no tener la aprobación de las agencias gubernamentales relevantes con jurisdicción sobre la construcción en edificios federales.
Los conservacionistas habían instado al gobierno de Trump a detener la demolición, para la cual no se requería aprobación, señaló Leavitt, hasta que los planes para el salón de baile de 8.361 metros cuadrados (90.000 pies cuadrados) pudieran pasar por el proceso de revisión pública requerido.
El Fideicomiso Nacional para la Preservación Histórica indicó que el proceso de revisión, que incluye comentarios del público, proporcionaría “una oportunidad crucial para la transparencia y una participación amplia, valores que han guiado la preservación de la Casa Blanca bajo cada cada gobierno desde la competencia pública en 1792 que produjo el diseño original del edificio”.
En una carta, el Fideicomiso también expresó su preocupación a la Comisión de Planificación de la Capital Nacional, al Servicio de Parques Nacionales y a la Comisión de Bellas Artes de que el tamaño del salón de baile propuesto abrumará a la mansión ejecutiva, que tiene 5.109 metros cuadrados (55.000 pies cuadrados) “y podría alterar permanentemente el diseño clásico cuidadosamente equilibrado de la Casa Blanca”.
Ambas comisiones tienen jurisdicción sobre cambios en la residencia presidencial. El Servicio de Parques gestiona los terrenos de la mansión ejecutiva y desempeña un papel en el proceso, ya que varios árboles en el Jardín Sur han sido talados para hacer espacio a la nueva construcción. Actualmente ambas agencias están cerradas debido al cierre del gobierno. Trump colocó al alto asesor Will Scharf en la presidencia de la comisión de planificación.
El Servicio de Parques Nacionales indicó en agosto —después de que la Casa Blanca anunciara el proyecto del salón de baile— que había proporcionado orientación y apoyo para la preservación histórica como parte de un proceso de consulta más amplio. Dijo que la Oficina Ejecutiva del Presidente toma las decisiones finales.
El Ala Este, que está al otro lado de la Avenida Ejecutiva Este frente al Departamento del Tesoro, ha sido la base tradicional de operaciones para la primera dama y su personal, junto con la oficina social, la oficina militar y la oficina de visitantes, entre otros. Esas operaciones han sido reubicadas temporalmente a espacios de trabajo en otro lugar del plantel de la Casa Blanca.
El Ala Este es donde los visitantes entraban para los recorridos públicos y para asistir a eventos, tales como cenas de Estado en la Casa Blanca, recepciones en días feriados y otros eventos, y eventos con el presidente. Los recorridos se suspendieron a finales del verano, en preparación para la construcción del salón de baile.
El ala también se encontraba sobre un búnker de emergencia y circundaba el jardín de la primera dama, que lleva el nombre de Jacqueline Kennedy.
Algunos turistas reaccionaron positivamente al proyecto.
“Es la casa de él. Puede hacer con ella lo que quiera... él está gastando su dinero y no el dinero de mis impuestos. Por mí está bien", apuntó Erich Habelt, de California. "Y como con cualquier casa antigua, las cosas necesitan ser renovadas”.
En realidad la Casa Blanca es propiedad del gobierno, no de Trump.
Herb Hutchison, de Alabama, señaló que presidentes anteriores le habían hecho añadiduras a la mansión ejecutiva. Hutchison indicó que amigos que visitan Washington hablan a menudo "sobre la necesidad de un espacio de reunión más grande o un salón cerca de la Casa Blanca, y parece que esto lo va a lograr. Así que no lo veo más que como una mejora de lo que ya estaba”.
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El periodista de The Associated Press Seung Min Kim y el videoperiodista River Zhang contribuyeron a este despacho.
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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.

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