Guadalupe Pineda , con medio siglo de escenarios y una voz que ha cantado el alma de México desde los rincones más profundos del país, no se queda callada. No por defensa ciega, sino porque conoce el costo de ser mirada con lupa desde que tenía la edad de Ángela. “El talento no se fabrica, se hereda. Y ella lo tiene en la médula” , dice, sin necesidad de gritar. Su mensaje no va dirigido a los trolls, sino a quienes aún creen que el arte puede ser limpio, puro, ajeno a las redes.

Ángela Aguilar no empezó en TikTok. Empezó en los camerinos del Teatro de la Ciudad, con botines demasiado grandes y un micrófono que casi le llegaba a la cabeza. A los ocho años, ya cantaba “La Llorona” junto a su padre, sin saber que esa canción también era un juramento: el de continuar una línea que no se

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