La economía de Rusia sufre de una enfermedad crónica: depende demasiado del petróleo y del gas. Pero lo sabe y ese es el primer paso, aunque no suficiente, para resolverlo. En julio el presidente ruso, Vladímir Putin, advirtió de que basarlo todo en los beneficios de la exportación de hidrocarburos y descuidar la industria puede llevar incluso a perder la soberanía. Hace décadas que en Moscú se avisa de que hay que diversificar, pero solo en los últimos años se ha logrado avanzar, en parte a la fuerza debido a la pandemia y a las sanciones occidentales.

Petróleo y gas eran lo que tradicionalmente más pesaba en las exportaciones rusas. Solo se consiguió atajar esa tendencia en el 2020, cuando, en el contexto del coronavirus y unos bajos precios del crudo, la participación de los hidrocarbu

See Full Page