CARACAS.- En la Venezuela de hoy, donde la libertad se desvanece bajo el peso de un poder tiránico, el cardenal Baltazar Porras se levanta como símbolo de resistencia y, al mismo tiempo, como víctima del hostigamiento sistemático que el chavismo ha desplegado contra la Iglesia. Lo que sufre este prelado no es un hecho aislado, sino la continuación de un patrón de persecución contra quienes encarnan una fe auténtica que el régimen finge respetar mientras la degrada con cinismo.

¿Cuántas veces vimos a Hugo Chávez arrodillarse en un templo, fingiendo devoción, para luego llamar “diablos con sotanas” a los sacerdotes que se atrevían a cuestionarlo? Su sucesor, Nicolás Maduro, ha continuado esa farsa grotesca. Se presenta en el Vaticano buscando lavar con agua bendita las manos manchadas po

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