Yeremay e Iván Alejo se las tuvieron desde el primer minuto . El canario, golpeado cada vez que recibía el esférico, se fue de Riazor con un gol más y la sensación de haber sido superado por su par durante gran parte del encuentro. Terminó entrando el regate, el caño, y la pelota dentro de la red para rescatar un punto, pero su protagonismo fue eclipsado por el lateral derecho, de regreso tras sanción para desespero de Riazor y de todos los blanquiazules.
Alejo le comió primero la tostada, luego la oreja, y terminó pidiéndole la camiseta. Faena hecha . Anuló el talento del diestro, espeso, excesivamente individualista, y desaparecido en las ayudas a Quagliata. No hubo juego en un primer tiempo dominado por las directrices vallisoletanas, que aprovecharon ese y otros agujeros. Solo

La Opinión A Coruña

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