Los hermanos Gabriel y Marta han apostado por convertir en universal y asequible el clásico pincho de tortilla
El valenciano Gabriel Larraz se levantaba muchas mañanas en el pequeño apartamento londinense donde vivía y se iba a trabajar con la camisa oliendo a patata y cebolla. No le iba mal en la vida. Había estudiado Dirección de Empresas en el prestigioso King’s College y tenía un buen puesto en el departamento de fusiones y adquisiciones de una importante banca de inversión holandesa. Pero su obsesión era la nostalgia de España. Y la herramienta para combatirla, al modo de la magdalena de Proust, era la tortilla de patata .
“Lo que más me obsesiona es que venga un español aquí y diga, ‘¡buah!, me he acordado de mi abuela’ o ‘gracias, porque tenía morriña y me hacía falta esto’. Esa

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