El cineasta César González acaba de editar Rengo Yeta, su segunda novela y continuidad temporal de El niño resentido, ambas publicadas por Penguin Random House, con apenas un año de diferencia.

El anterior libro culminaba en un momento crítico de su vida en el que sus amigos y conocidos iban cayendo uno a uno presos o muertos.

Si González hubiera fallecido en el intento por ser uno de los delincuentes más temidos de la villa Carlos Gardel, hoy Argentina se habría privado de conocer la obra de uno de los poetas y cineastas más lúcidos y sinceros de su generación, capaz de crear un texto en el que la violencia es equiparable con la belleza. Un texto que, con un profundo sentido político, logra retratar una de las tantas vidas precarizadas por un sistema excluyente.

En Rengo Yeta, el autor

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