“Debemos tomar todas las medidas posibles y estar preparados para hacer todo lo necesario. La situación es inaceptable. Yo intervendría y me arriesgaría un poco”, decía el presidente Lyndon Johnson a sus asesores en 1964 mientras se orquestaba el golpe de Estado militar contra el presidente Joao Goulart. Un golpe que, por cierto, ha defendido firmemente el expresidente Jair Bolsonaro, fiel aliado de Donald Trump (y al que volveremos en un momento).
Las actuales operaciones de Washington en América Latina recuerdan a las oscuras maniobras de la Guerra Fría. EEUU nunca le soltó el cuello a América Latina, pero Trump aprieta especialmente. El Canal de Panamá, el “Golfo de América”, el despliegue militar en aguas del Caribe contra Venezuela, la injerencia en Brasil y Argentina, el uso de El Salvador como prisión para migrantes…
Inmigrantes, drogas y Petróleo
Michael Paarlberg, profesor en la Virgina Commonwealth University , investigador asociado del Center for International Policy y exasesor para América Latina del equipo de Bernie Sanders me resumía estos días la política de EEUU en Venezuela con una anécdota: “El 15 de octubre había tres cosas ocurriendo a la vez en Venezuela. bombarderos B-52 de EEUU sobrevolaban el espacio aéreo de Venezuela. Al mismo tiempo, EEUU estaba aterrizando aviones en el aeropuerto de Caracas llenos de migrantes venezolanos deportados; y en ese mismo momento, un petrolero de la estadounidense Chevron estaba cargando petróleo de una refinería de PDVSA para llevarlo a EEUU”. “Esto recoge la agenda inconsistente de EEUU hacia Venezuela, resultado de algunas tensiones y rivalidades en el Gobierno de EEUU entre los halcones conservadores y los nacionalistas aislacionistas”.
Hablando con Mariano Aguirre Ernst , investigador asociado en CIDOB, experto en seguridad, en política exterior de EEUU y que ha participado en procesos de paz como el de Colombia de 2016, me decía que va prácticamente en el ADN estadounidense. “Una de las raíces sobre las que se basa la política de EEUU en la región es dejar claro que tiene un derecho —que está por encima del derecho internacional— a imponerse sobre la soberanía de otros países”. “Desde su fundación se considera como el pueblo elegido por Dios. El faro en la colina. Un país ”excepcional“ y esa excepcionalidad lo pone por encima del resto”.
Primero fue su obsesión con retomar el Canal de Panamá . Y la presión tuvo cierto efecto, ya que el país centroamericano acabó firmando un acuerdo con Washington para permitir el despliegue de militares estadounidenses en áreas de acceso y adyacentes al canal, así como el uso de determinadas bases panameñas para entrenamientos y ejercicios.
Parecía una broma sin importancia, pero después vino aquello del “Golfo de América ” (para que nadie dudase de las ansias expansionistas del presidente). El nombre se remonta a los mapas de 1552, cuando a EEUU todavía le faltaban dos siglos para empezar a existir. “¿Por qué no lo llamamos América Mexicana? Suena bonito, ¿no?”, respondió la presidenta del país vecino utilizando un mapa de 1607. El objetivo de Trump es sencillo: que a nadie se le olvide quién manda en la zona.

10.000 soldados y 43 muertos
Tampoco es casualidad que haya iniciado una supuesta guerra contra el narco y que, acto seguido, llame narcoterroristas al presidente de Colombia, Gustavo Petro, y al de Venezuela, Nicolás Maduro. Es más, EEUU ha ofrecido una recompensa de 50 millones de dólares por información que lleve al arresto o condena del venezolano. El viernes por la noche, el Gobierno de EEUU también metió en su lista de sanciones a Petro, su mujer y su hijo mayor acusándolos de narcotráfico. Y mientras tanto, EEUU sigue matando a gente en el mar con ataques militares contra barcos que supuestamente llevan droga (obviamente sin juzgar a ninguna de esas 43 personas ).
Esa “guerra” lanzada por Trump ha servido para aumentar progresivamente un despliegue militar en la región frente a las costas de Venezuela hasta alcanzar alrededor de 10.000 soldados, según el New York Times , una cifra que no se ha visto en la zona desde hace décadas. Trump no solo ha permitido operaciones encubiertas de la CIA, sino que ha advertido que “la tierra será lo siguiente” .
Cerca de la costa venezolana hay un buque de fuerzas especiales, un crucero de misiles guiados, el grupo anfibio Iwo Jima y tres destructores de misiles guiados. En Puerto Rico, además, tienes al menos seis drones Reaper, tres aviones de vigilancia, 10 cazas furtivos y dos buques de reaprovisionamiento. Pero hay más, porque también se han visto dos aviones bombarderos B-52 procedentes de Luisiana sobrevolando la zona durante horas. Tampoco fue muy tranquilizador ver volando cerca de la costa venezolana a los “cazadores nocturnos” , helicópteros de una unidad de élite de aviación de operaciones especiales.
En Brasil, la injerencia ha sido diferente. Trump ha optado por la presión arancelaria para tratar de descarrilar el juicio contra Bolsonaro por golpismo. Sumándose a la fiesta, el senador brasileño e hijo del expresidente, Flávio Bolsonaro incluso ha pedido recientemente a Trump que bombardee embarcaciones en Río de Janeiro para combatir el narcotráfico.
Incluso con sus aliados en la región actúa como si todo el continente fuese su patio trasero. Ha utilizado El Salvador para mandar allí a inmigrantes a las infames cárceles de máxima seguridad de Nayib Bukele. Incluso en Argentina, Trump ha lanzado un paquete de apoyo financiero para tratar de sostener la economía del país, pero con una condición: solo si gana su aliado ultraderechista Javier Milei. “Si pierde, no vamos a ser generosos”, ha dicho claramente.
“Desde que EEUU nace, tiene una tendencia expansionista”, dice Aguirre Ernst. “Primero hacia el oeste sobre territorios indígenas. Luego hacia el sur, pasando a competir con el imperio español, británicos y franceses, además de indígenas. Todo ese expansionismo va a acompañado de la Doctrina Monroe [América para los americanos, surgida en la década de 1820]. En esa época, EEUU se plantea ser un líder anticolonial y no deben interferir en América los europeos porque ellos son la potencia vigilante en el hemisferio”, añade. En la Guerra Fría, aquello sirvió para combatir la influencia soviética y, en la actualidad, para convertir todo un continente en el patio trasero de la Casa Blanca.
Aguirre Ernst añade otro factor clave y es que “la política doméstica de EEUU es la que define su política exterior”. “A nivel interno hay actualmente dos temas clave: la droga que viene de América Latina —tienen una crisis de fentanilo que no proviene precisamente de Venezuela— y la inmigración desde el continente. Al atacar Venezuela y mandar a los migrantes a El Salvador y otros países no seguros está enviando un mensaje a su público”.
Tienes que ver...
‘América Latina: en manos de EEUU’ , una miniserie documental de tres capítulos publicada este año y que sirve para comprender la turbulenta historia de América Latina y las constantes injerencias de Washington durante décadas.
Gracias por llegar hasta aquí!
Hasta la semana que viene

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