CDMX.- El hijo de Drácula se precipitó sobre la hermosa doncella. Drácula lo corrigió: “Hijo, lo que se chupa es el cuello”. Don Algón pagaba por pecar, y Sabanela pecaba por la paga. Así, se conchabaron para ir al motel Kamawa, en cuya habitación número 210 tuvo lugar el consabido trance. El añoso señor ya no confiaba mucho en su desempeño varonil. Al término de las acciones le preguntó con inquietud a la joven suripanta: “¿Quedaste satisfecha?”. Respondió ella: “Lo sabré cuando me pague”. Uno de los primeros cuentos de política que oí es el de aquel alcalde pueblerino que, en compañía de uno de sus pistoleros, oía en una esquina de la plaza al orador oposicionista que, desde el quiosco, lo llenaba de baldones. Decía el adversario hablando de él: “¡Es un ladrón, un inepto, un sinvergüenza

See Full Page