Terminaste de cargar el baúl y aparece la pregunta silenciosa : ¿dejo el carro al costado o lo llevo hasta su corral? No hay multa ni premio, apenas unos metros extra. Justo ahí, en esa encrucijada cotidiana, se juega algo más que la logística de un supermercado.
Devolver las compras a su sitio se volvió un ejemplo claro de cómo operan nuestras normas internas: esas reglas personales que seguimos aun cuando nadie mira . Es, en pequeño, una escena sobre convivencia.
Ordenar el carrito en su lugar habla de autocontrol, conciencia del otro y pertenencia a una comunidad . No se trata de santificar a quien devuelve ni demonizar a quien no lo hace; más bien de observar qué procesos se activan: previsión, responsabilidad compartida y una cuota de empatía, según un artículo de Scientifi

Clarín Estados Unidos

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