En Calanda, el olor a dulces y pastas recién hechos forma parte del paisaje habitual. Allí, desde los años treinta, la familia Franco ha mantenido viva una tradición que nació incluso antes, cuando los bisabuelos molían trigo en su propio molino y elaboraban harina para el pueblo. “Desde nuestros bisabuelos, que tenían un molino, siguieron mis abuelos, mis padres y ahora nosotros”, contó María Victoria Franco, actual gerente de Pan&Art, con la serenidad de quien ha heredado una forma de vida más que un oficio.
La panadería se fundó oficialmente en la década de 1930, cuando la familia decidió dar un paso más allá de la molienda y comenzar a hornear pan. Desde entonces, el negocio ha pasado de generación en generación, resistiendo los cambios del tiempo, las crisis y la competencia de las g

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