Hay cumpleaños que no van con torta, van con abrigo, mate y silencio. Chañy y Batea Mahuida suman 57 —desde aquel 25 de octubre de 1968— y el paisaje acomoda el viento, despeina el lago, deja una luz oblicua sobre los pehuenes como faros que no se rinden. En el oeste neuquino estas áreas aprendieron a celebrar sin ruido. Tal vez por eso siguen vivas.
Chañy está pegada a la costa sur del Aluminé en territorio utilizado históricamente por la Comunidad Mapuche Puel. No se abre al público: respira hondo, sin estridencias. Batea Mahuida, a 1600 y 1700 metros, se deja caminar: senderos, cartelería y dos lagunas de altura —Corazón y Piñihue— con calma de espejo y vida única debajo. Para el equipo de guardaparques —Flor, Débora y Mauricio— cada aniversario valida un sueño de infancia: cuidar faun

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