Decenas de "ruteros", pertenecientes a una empresa de transportistas de la ciudad, tomaron el carril confinado para realizar una procesión motorizada en honor al santo patrono, considerado el patrono de las causas difíciles.

El desfile de autobuses se convirtió en un espectáculo de luces. Las unidades fueron adornadas con múltiples tiras de luces de colores y algunas incluso con globos.

El camión que encabezaba la caravana destacaba por portar una escultura de San Judas Tadeo montada sobre el cofre.

A su paso por la avenida, la ruidosa caravana de fe generó una respuesta festiva de los demás conductores, quienes tocaban sus cláxones a modo de saludo, uniéndose a la celebración de los choferes.

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