Transcurridos nueve meses de su mandato, el acercamiento del presidente Donald Trump a aliados, adversarios y competidores de todo el mundo ha demostrado ser una extraña mezcla de éxitos y arranques cada vez más frecuentes y erráticos, ya sea que esté tratando con Canadá o China, Venezuela o Medio Oriente, o la guerra por el control de Ucrania.

No cabe duda de que Trump ha cosechado algunas victorias sustanciales en política exterior en su segundo mandato. Los aliados europeos están ahora en vías de gastar mucho más en su propia defensa de lo que imaginaban hace un año, algo que han exigido varios presidentes pero que Trump ha forzado.

Ha intervenido para ayudar a apaciguar varios conflictos regionales que existen desde hace tiempo, aunque algunos de sus supuestos éxitos resulten tempora

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