La Catedral de Barbastro y el Museo Diocesano se convirtieron en espacios para un entrañable homenaje a las Hermanitas de los Ancianos Desamparados con motivo de su centenario, que fue la perfecta causa para cantar misa, para cantar jotas y para reflexionar en torno a la realidad de las personas mayores en la Diócesis y en la provincia.

Las Hermanitas, tan acostumbradas a la humildad y el sigilo con el que pasan por la vida sirviendo a los mayores, fueron en esta ocasión objeto de tributo en el que la ciudad reconoció sus desvelos por la parte más sensible de la sociedad durante una centuria.

La solemne eucaristía estuvo cuajada de símbolos, y comenzó con las palabras de la superiora provincial, enmarcando el aniversario. Las ofrendas, que portaron religiosas y residentes, llevaro

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