Durante los nueve meses transcurridos desde la posesión de Trump, las tensiones políticas y diplomáticas entre EE, UU, y Colombia han avanzado en peligrosa espiral.

La semana pasada la confrontación entre los dos mandatarios adquirió sus máximas dimensiones. Se precipitó con el discurso de Gustavo Petro en la ONU, donde dejó en claro sus diferencias irreconciliables con el nuevo emperador y con el orden mundial prevaleciente. Insistió en la denuncia del genocidio de Gaza y en la responsabilidad del fascismo y de los traficantes de la guerra.

Rechazó el maltrato a la población migrante y la descertificación de Colombia en la lucha contra el narcotráfico; insistió en la gravedad de la crisis climática y responsabilizó al neoliberalismo de la destrucción de la naturaleza y la humanidad

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