Por: Patricio Rodríguez Palma
Los trágicos hechos ocurridos en Guachochi, donde siete personas —entre ellas una niña de apenas dos años— perdieron la vida y otras siete resultaron heridas tras quedar atrapadas en un fuego cruzado entre grupos criminales, son una herida profunda para Chihuahua y para todo México. Las víctimas eran personas ajenas al enfrentamiento, ciudadanos que, como millones de mexicanos, solo buscaban vivir en paz.
No podemos mirar estos acontecimientos como hechos aislados. La violencia que azota a regiones como la Sierra Tarahumara tiene raíces profundas en las decisiones tomadas hace más de una década, cuando desde el gobierno federal se declaró una llamada “guerra contra el narcotráfico” sin estrategia, sin instituciones sólidas y, peor aún, con evidencias crecien

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