El uso de la inteligencia artificial (IA) ha dejado de ser exclusivo de la productividad o la gestión de datos para adentrarse en terrenos más personales: las emociones. El auge de los chatbots capaces de simular relaciones afectivas está generando tanto oportunidades de acompañamiento como preocupaciones entre psicólogos y expertos, quienes advierten sobre los riesgos de dependencia emocional y aislamiento social que pueden derivarse de estas interacciones.
Según datos de OpenAI, más de un millón de personas en el mundo utilizan semanalmente herramientas como ChatGPT para hablar sobre temas emocionales, incluyendo pensamientos suicidas. Este fenómeno plantea interrogantes profundos: ¿qué ocurre cuando los usuarios confían sus emociones a máquinas que no poseen empatía ni experienci

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