¿Imagina poder comprar una droga por internet y que llegue a su casa por correo? Pues la opción existe. Y no es una sola, sino cientos. Se trata de las llamadas nuevas sustancias psicoactivas (NPS), y su presencia no para de aumentar.
Estas sustancias se crean con un objetivo muy claro: imitar los efectos de otras drogas más conocidas, como el cannabis, la cocaína, el éxtasis (MDMA) o la LSD, pero modificando ligeramente su estructura química para esquivar las leyes existentes. Que sean “legales” puede dar una falsa sensación de seguridad, pero nada más lejos de la realidad: se trata de sustancias poco investigadas sobre las que la información de seguridad es, en gran parte, desconocida. Este fenómeno es difícil de controlar porque cambia constantemente: cuando una se prohíbe, ya hay varias sustancias nuevas listas para reemplazarla.
El narcotráfico se digitaliza
Comprar drogas fiscalizadas implica, normalmente, conocer a alguien en el barrio que las tenga y las venda, es decir, “trapichear” y exponerse tanto a problemas legales como a situaciones de riesgo. Aunque existen maneras de adquirirlas por internet de forma más anónima y segura, esto conlleva saber acceder a la internet profunda o deep web y manejar criptomonedas.
Sin embargo, con las NPS la cosa cambia. Al no ser ilegales, cualquiera puede adquirirlas fácilmente online. Basta con una tarjeta de crédito y una dirección, como si fuera cualquier otro producto, y nos la envían a domicilio. Para ello, se utilizan los servicios postales o los sistemas de logística internacional. En el etiquetado se imprime la advertencia “no apto para consumo humano” o algo cotidiano como “sales de baño”.
Sales de baño
A la cocaína, la anfetamina y la MDMA en estos momentos les hace la competencia un grupo de sustancias que las imitan: las llamadas catinonas sintéticas o “sales de baño”. Son los estimulantes modernos más populares en España y han venido para quedarse.
Dentro de esta familia, la más popular es la mefedrona, que comenzó a venderse por internet en 2007 como MDMA legal. Sus efectos de euforia, mayor apreciación por la música, empatía y una leve estimulación sexual la llevaron a popularizarse en las noches de fiesta. Además, la duración de sus efectos es más corta, lo que invita a consumir repetidamente durante la misma sesión, aumentando los riesgos. Tras su prohibición, el ritmo de aparición de nuevas catinonas que cubrieran su nicho de mercado ha sido elevado.
Las drogas de los festivales
¿Qué pasó hace un año en el Primavera Sound de Barcelona? Con la llegada del buen tiempo, suelen aflorar los festivales de música. Y no es raro que, además del alcohol y el tabaco, los asistentes también busquen una pasti para “mejorar la experiencia”. Las más habituales en estos contextos suelen ser las de MDMA. Por desgracia, en un mercado desregulado como el de las drogas ilegales, estas pastillas no cuentan con los controles de calidad que sí tienen las drogas legales o medicamentos. Eso hace que el fraude en cantidad o composición de la droga sea una práctica extendida en el narcotráfico para abaratar costes, potenciar efectos o eludir consecuencias legales.
En este contexto, las nuevas drogas resultan muy atractivas: son más baratas, fáciles de conseguir y, en muchos casos, todavía “legales”. Esto las convierte en una opción ideal para reemplazar sustancias tradicionales muy demandadas como la MDMA. De esta forma, cuando escasea una droga popular, las nuevas drogas se utilizan para dar gato por liebre.
Esto ocurrió el año pasado en el Primavera Sound de Barcelona, uno de los festivales más importantes de España. Una pastilla de color rosa y forma cuadrada se vendía como si fuera MDMA. Pero al analizarla en el servicio estacionario de Energy Control, se descubrió que contenía clefedrona, una catinona sintética que la imita. Esto significa que se podría haber consumido una nueva droga sin saberlo, lo que aumenta los riesgos para la salud.
Más allá del tabú: hablar de drogas para salvar vidas
El consumo de estimulantes crece cada año y con él, también su producción. Así, las catinonas se consolidaron en el mercado para satisfacer una creciente demanda global cada vez más establecida.
Alrededor de 73 millones de personas en el mundo consumieron anfetaminas, cocaína o éxtasis en 2022. Esto muestra que el debate sobre un mundo “con o sin drogas” queda obsoleto: el consumo es una realidad instalada.
Cuando hablamos de los peligros de las drogas, solemos pensar solo en la adicción. Sin embargo, la realidad es mucho más amplia. Incluso si no nos hacemos adictos, consumir puede afectar a nuestra salud física y mental, impactar en el trabajo o los estudios, afectar a las relaciones personales y a la económica, entre otros problemas.
La forma más segura de evitar los riesgos del consumo de drogas es no consumirlas. Pero si se decide tomarlas, es crucial conocer los riesgos y tener información sobre cómo reducirlos, porque nadie sale de fiesta pensando en acabar en urgencias. La información salva vidas.
La paradoja de la prohibición
Las políticas basadas únicamente en la prohibición no logran reducir el consumo, el tráfico o los daños asociados. De hecho, pueden tener el efecto contrario: favorecen la aparición de nuevas sustancias diseñadas para esquivar la ley, pero sobre las que sabemos aún menos. Esto incrementa los riesgos para la salud de quienes las consumen.
Por eso, es necesario romper el tabú y hablar de drogas. No se trata de fomentar su consumo, sino de reconocer una realidad y apostar por estrategias basadas en la prevención, la reducción de daños y, en algunos casos, la regulación de ciertas sustancias sobre las que ya hay un conocimiento científico y médico sólido.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation, un sitio de noticias sin fines de lucro dedicado a compartir ideas de expertos académicos.
Lee mas:
- Los nitazenos, el peligroso relevo del fentanilo en la crisis de los opioides sintéticos
- Criptomercados de droga: el Amazon ilegal que desafía al narcotráfico tradicional
- El consumo del fentanilo cae en EE. UU., pero sigue siendo un reto urgente para la salud pública
Martalu D. Pazos recibe financiación a través de una beca de doctorado concedida por la Generalitat de Catalunya (AGAUR), 2023 FISDU 00182. Desde el año 2022, es voluntaria en el programa Energy Control de reducción de riesgos en consumos recreativos de drogas de la organización sin ánimo de lucro ABD - Asociación Bienestar y Desarrollo.
David Pubill Sánchez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.


The Conversation Español
ElDiario.es Internacional
ALERTA El Diario de Cantabria
LA RAZÓN Sociedad
The Fashion Spot
The Hill
New York Post
CNN Politics
Just Jared
Fashion Network business