En las alturas andinas de Perú, donde el viento susurra secretos de antiguas culturas, nació una voz destinada a resonar en el mundo. Norley, la carismática cantautora apodada “La ovejita musical” por su calidez y autenticidad, ha tejido un testimonio de vida que es puro fuego resiliente.

Desde niña, el arte corría por sus venas como el río Rimac por Lima. A los 11 años, pisó por primera vez un escenario en un concurso escolar que reunió a todos los colegios de su ciudad.

“Era una multitud inmensa, pero no pasó nada, no gané”, recuerda entre risas contagiosas. Pero esa derrota no fue el fin; fue el detonante. “Dije: yo tengo que regresar aquí, esto no puede quedar así”. Y a los 15, volvió con más fuerza, decidida a no parar jamás.

Su carrera ha sido un ascenso constante, impulsado por u

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