Lo que le faltaba al régimen del 78 era llamarlo machista. Se le ha tildado de retrógrado y hasta de destilar una pus de cierto fascismo a la manera de aquella década, un fascismo con pantalón de campana oyendo a Nino Bravo. El Instituto Cervantes asegura que la Constitución también es machista. Es parte de la guerra que abrió su director, García Montero, contra la cultura demodé de la RAE para tomar el poder del lenguaje y conquistar al asalto los torreones de lo políticamente correcto desde donde se suicida el sentido común.
La vicepresidenta Calvo encargó un informe a la Docta Casa sobre el asunto del lenguaje inclusivo. La respuesta ya la conocen porque, al contrario que García Montero, emite veredictos lingüísticos y no ideológicos. El Cervantes viene a contradecirla. Es momento de h

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