El béisbol, ese juego donde nada se acaba hasta que se acaba, volvió a mostrar su naturaleza impredecible. Los Blue Jays sacaron el bate justo cuando parecía que el dominio de Shohei Ohtani marcaría otra victoria para los Dodgers . En una séptima entrada arrolladora, Toronto volteó la historia, ganó 6-2 y empató la Serie Mundial a dos triunfos por bando.
Ohtani , abridor y también bateador designado, llegó al montículo con temple. Durante seis entradas mantuvo a raya la ofensiva canadiense, mezclando su recta con una slider que rompía como bisturí. Sin embargo, el japonés dejó hombres en base, y esos corredores —heredados al relevo— se convirtieron en las carreras que lo condenaron.
El Dodger Stadium respiraba confianza. Los angelinos, aunque apenas habían anotado una car

Tribuna de la Bahía

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