Todo es excesivo en el fútbol , y por eso nos fascina y nos enerva a la vez. Ovacionamos y denigramos a los futbolistas profesionales, que marcan goles o los salvan y luego abren la boca y meten la pata y así echan más carbón a la máquina de vapor: si son bocazas nos ofenden, pero nos dan de qué hablar.
A cuenta de esos futbolistas que son bocazas o marcan goles o los salvan, el clásico del otro domingo en el Bernabéu sigue siendo trending topic en estos tiempos en los que la música de Rosalía se sumerge en la espiritualidad, Puigdemont atosiga a Pedro Sánchez y Mazón se postula como la gran víctima de la dana.
Tantos días más tarde, en las tertulias aún se habla de la deriva de Lamine Yamal y la sinrazón de Vinícius: ambos casos son un desmadre y necesitan mano izquierda y ahí es cuan

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