Introducción

Una niña acompañaba a su madre, bióloga experta en libélulas, a su lugar favorito: un parque infantil con una laguna artificial junto a la playa (Figura 1).

Su madre llevaba varios años estudiando a Ischnura graellsii (Figura 2), una pequeña libélula que solo vive en España y el norte de África.

Allí podía moverse con total libertad mientras ayudaba a su madre en los muestreos científicos (Figura 3). La niña aprendía a observarlas con cuidado, escribir datos sobre cada ejemplar —como su color y sexo— y colocarlas en frasquitos para llevarlas al laboratorio. Allí serían estudiadas antes de ser liberadas de nuevo, sin causarles daño (Figura 4).

El descubrimiento

Ese día, mientras anotaba junto a su madre, la niña se preguntó:

—Mamá, ¿qué pasaría si no hubiera libélulas?

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