El viernes 26 de abril de 2002, un penetrante olor se apoderó de la calle Cumbres de Atzingo, en la colonia Pirules de Tlalnepantla , Estado de México. La pestilencia salía de un Audi azul abandonado frente al número 65. Un par de policías , llamados por los vecinos, descubrieron en la cajuela el cuerpo de Ramón Requeijo Abad y otra persona más. Lo supieron porque, entre sus ropas, encontraron la licencia de conducir.
La procuraduría mexiquense informó que eran comerciantes asesinados por asfixia. La prensa relacionó los crímenes con la ola violencia que azotaba al municipio desde hacía 15 días. Sin embargo, uno de ellos, estaba lejos de ser un vendedor.
Ramón Requijo Abad era un policía de élite entrenado en el Centro Superior de Información de Defensa ( CESID ), el organ

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