Pocas cosas hay tan universales como el placer de un buen queso. Ya sea un intenso parmesano rallado sobre la pasta, un cheddar fundido o un cremoso mascarpone en un postre, el queso es un pilar de nuestra gastronomía y un disfrute para millones de personas. Sin embargo, detrás de esa satisfacción se esconde una realidad que los expertos en salud cardiovascular no quieren que pasemos por alto: puede ser un enemigo silencioso para el corazón.
De hecho, la advertencia procede del cardiólogo Tariqshah Syed, jefe de cardiología del Holy Name Medical Center, en Nueva Jersey, quien ha puesto el foco en la composición de muchas de sus variedades más populares. El problema reside en su elevado contenido de grasas saturadas y sodio, dos componentes que, consumidos en exceso, se relacionan direct

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